Impacto Social

Impacto social de los modelos de desarrollo compartido y acelerado

Durante la década de 1970, la economía mexicana experimento un período de crecimiento económico continuo fundado principalmente en la inversión estatal y la expansión del gasto público. Si bien esta tendencia se vio interrumpida en 1976 como resultado del incremento en el déficit y los altos niveles de endeudamiento externo, el descubrimiento de reservas petroleras en un contexto internacional, caracterizado por los altos precios del hidrocarburo, generó condiciones para redoblar la apuesta por una estrategia de crecimiento basado en el gasto estatal.
La inversión del estado se canalizo en su mayoría hacia el desarrollo de infraestructura, la provisión de servicios públicos, la gestión de empresas paraestatales y los programas sociales, entre otros aspectos. Esto tuvo importantes repercusiones en el bienestar de la población.
Durante el sexenio de Luis Echeverría se crearon el Infonavit ,el Fovissste, el Indeco y el Corett, programas para apoyar a la vivienda popular; se reguló, además la jornada laboral de los empleados públicos y se controlo el precio de los alimentos básicos.
Asimismo, durante el sexenio de López Portillo se implementaron ambiciosos programas educativos y de combate a la pobreza, que establecieron el modelo de los que existen actualmente. Se fundaron la Universidad Pedagógica Nacional, la Coordinadora General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados –mejor conocida como Coplamar- y el Sistema Alimentario Mexicano, el cual tenía como objetivo incrementar la producción de granos básicos para alcanzar la autosuficiencia alimentaria.
La creación de nuevas fuentes de trabajo durante este periodo permitió reducir la tasa de desempleo e incorporar a una gran cantidad de jóvenes al mercado de trabajo. Asimismo, se realizaron grandes obras de infraestructura y se hicieron inversiones que permitieron ampliar de manera significativa la cobertura de los servicios de educación, vivienda y salud. Fue tal el optimismo gubernamental, que en plena euforia del auge petrolero López Portillo llegó a afirmar que México, acostumbrado administrar carencias y crisis, debía prepararse para “administrar la abundancia”.
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No obstante, ante la situación de bonanza que se percibía en el país era aparente. Los desequilibrios estructurales del modelo de desarrollo propiciaron un incremento inusitado en el nivel de precios, situación que deterioro paulatinamente el poder adquisitivo de los trabajadores y minó la competitividad de las empresas nacionales. Por otro lado, pese a que la economía creció a tasas muy altas, las políticas proteccionistas mantenían a la planta productiva nacional en una condición sumamente débil, dependiente de los apoyos gubernamentales y de la expansión del mercado interno.


Hacia el final del sexenio de López Portillo era evidente que el modelo de crecimiento demandaba una revisión profunda para corregir sus debilidades estructurales y controlar las variables económicas que se estaban saliendo de control. Sin embargo, ante la expectativa de que los precios internacionales del petróleo se mantendrían a la alza y que los desequilibrios macro-económicos eran aún manejables, la conducción de la política económica se mantuvo sin cambios.

No resultó ser una medida oportuna para solventar o paliar de cierto modo la crisis por la que atravesaba México y su población, y si se compara con el modelo previo, es decir, el desarrollo estabilizador, sin duda que sus resultados fueron menos notables e impactantes en positivo para la la economía mexicana.

El impacto no fue solo negativo, en este periodo lograron emplear algunos beneficios como:
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    Mayor apoyo al sector industrial privado por parte del gobierno nacional.
  • Estimular la producción de bienes de capital.
  • La apertura del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, que le dio la oportunidad a los obreros de comprar viviendas o remodelar las ya adquiridas.
  • Reforma educativa basada en el aprendizaje de nuevos oficios.
  • Apertura de nuevas universidades y centros de educación media con admisión a todo público.
  • El Plan Nacional de Educación para Adultos.
  • Enseñanza del idioma español a las diferentes etnias indígenas del país.

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